Un Nazareno con historia de siglos
En el corazón de la antigua Ciudad de Santiago de los Caballeros, floreció en el siglo XVIII la Parroquia de Candelaria, un templo que se alzaba con sencillez en medio de un barrio nativo que crecía cada día. Originalmente a cargo de los padres dominicos, fue hogar espiritual de más de 200 familias indígenas que asistían a misa en idioma pipil.
Allí, resguardado entre muros coloniales, se venera a uno de los Nazarenos más antiguos de Guatemala: Jesús de Candelaria, una imagen profundamente ligada a la historia y la identidad mestiza del país.
Su origen ha sido objeto de múltiples debates. Algunos creen que fue tallado en 1825 por Juan de Chávez, aunque hay fuertes evidencias documentales que desmienten esa fecha. Francisco de Paula García lo atribuye a Mateo de Zúñiga (1640), mientras que el historiador Víctor Miguel Díaz sostiene que fue obra del fraile español Juan de Aguirre, quien habría burilado la imagen en 1563, tras su llegada desde Perú.
De estilo prebarroco renacentista, esta escultura se distingue por su mirada baja, su tez morena y sus rasgos indígenas, siendo un símbolo tangible del mestizaje hispánico.

Del Cerro del Manchén al Valle de la Ermita
En sus primeros años, Jesús de Candelaria fue venerado en la Capilla de los Dolores, ubicada en lo alto del Cerro del Manchén, un calvario construido en 1714. Sin embargo, tras los devastadores terremotos de 1773, el templo fue destruido y la imagen fue trasladada a la Parroquia de Candelaria.
El párroco José María Eloso, en una carta fechada en 1780, relata cómo la imagen fue rescatada “muy maltratada” y restaurada a su costa. Posteriormente, con el traslado de la ciudad al Valle de la Ermita, se levantó un nuevo templo, aunque este también sería reconstruido en 1831 debido a los daños del sismo de 1830.

El Nazareno de la Serena Mirada se convierte en Cristo Rey
El 6 de febrero de 1927, la historia del Nazareno de Candelaria toma un giro simbólico. Ese día, Guatemala celebró por primera vez la festividad de Cristo Rey, establecida por el Papa Pío XI en 1925. El templo de Candelaria fue escogido como sede principal de las celebraciones, y el Nazareno fue proclamado como Cristo Rey, título con el que es venerado hasta el día de hoy.
Su serena mirada sigue conmoviendo corazones, recordando que, aún entre ruinas y siglos, la fe permanece inquebrantable.